Miró al cielo, donde el atardecer se deshacía en notas livianas. Él estaba de espaldas, los hombros recortados en el horizonte sosteniendo el interrogante que flotaba entre ellos.
"¿Me amarás?", su propia voz la sorprendió como una risa inesperada. "Hasta el infinito", la respuesta atravesó el espacio que los separaba como una flecha e hirió su pecho. En su muñeca izquierda, la pulsera de latón emitía una canción de jazz robada a un saxofonista de New Orleans. Temblorosa, acarició la superficie fría y dorada, llamando a la fuerza de su destino.
Quizá sí, quizá él la amaría infinito.
Pieza única/ 350€